COLOMBIA 1.
Durante el año 2000 el Presidente Pastrana ha continuado impulsando
valerosas medidas para avanzar el proceso de paz destinado a solucionar el
conflicto armado interno en la República de Colombia.
Sin embargo, se ha verificado un notable aumento de la violencia política
imperante en Colombia, el cual se ha visto reflejado en el deterioro del
conflicto armado y la degradación de la conducta de sus actores, incluyendo
las continuas omisiones en la obligación de asegurar el respeto de derechos
humanos fundamentales tales como la vida, la integridad física, la libertad
de circulación y residencia y la protección judicial efectiva de la
población civil. 2.
En el curso de su 110° período ordinario de sesiones, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos analizó la situación a la luz de los
criterios establecidos en la introducción del presente capítulo del
Informe Anual y aprobó un proyecto de informe conforme al artículo 63(h)
de su Reglamento. Dicho
proyecto de informe fue transmitido al Estado el 9 de marzo de 2001 con un
plazo de un mes para presentar sus observaciones. La Comisión recibió la
repuesta del Estado el 10 de abril de 2001.[1]
Cabe señalar que el Estado colombiano señaló en sus observaciones que el
“..informe de la Comisión es ponderado y [..] refleja en términos
generales la situación de derechos humanos y derecho internacional
humanitario en el país.”[2]
Asimismo, formula una serie de observaciones que han sido
incorporadas en lo pertinente. 3.
El Gobierno de la República de Colombia ha extendido una amable
invitación a la Comisión para efectuar una visita in
loco a su territorio antes de la finalización del año 2001.
En vista de esta inminente visita, el presente informe se limita a
formular observaciones preliminares sobre los progresos realizados y los
serios desafíos que enfrentan el Gobierno y el pueblo colombianos. La Comisión ha aprovechado esta oportunidad para resaltar
sus preocupaciones en materia de derechos humanos fundamentales en vista de
la violencia generada por los actores del conflicto armado interno y la
vulnerabilidad de la población civil, en particular de las comunidades
desplazadas, las comunidades indígenas y afrocolombianas, los defensores de
derechos humanos e incluso los funcionarios del Estado que trabajan por la
justicia. 4.
El presente Informe ha sido elaborado sobre la base de información
obtenida de fuentes oficiales y otras fuentes confiables, así como de
elementos de juicio recabados por la CIDH en el cumplimiento de su mandato
de promover y proteger los derechos humanos en la región. En primer término,
la Comisión se referirá a algunos avances en materia de derechos humanos.
En segundo término se referirá al panorama general de violaciones a
los derechos humanos y el derecho internacional humanitario en distintas
regiones del territorio colombiano. Luego
hará referencia a áreas particulares de preocupación, tales como el
paramilitarismo, el fenómeno del desplazamiento forzado y la administración
de justicia. Finalmente la
Comisión se referirá a la situación de los defensores de derechos humanos,
periodistas, sindicalistas y las personas privadas de su libertad. I. MEDIDAS
ADOPTADAS EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS
5.
El 6 de julio de 2000, tras un accidentado trámite legislativo que
se prolongó por doce años, se sancionó la Ley N° 589 que tipifica los
delitos de desaparición forzada de personas, genocidio y desplazamiento
forzado en las normas de derecho penal vigentes en Colombia.
Esta norma introduce importantes elementos para el tratamiento de
estas graves conductas. La descripción del tipo penal contempla la autoría
no sólo en cabeza de agentes del Estado sino de los particulares que actúen
bajo su determinación o aquiescencia.
La norma introduce un elemento que no se encuentra presente en la
definición prevista conforme al derecho internacional: la autoría de la
desaparición por parte de miembros de grupos armados disidentes u otros
particulares.[3]
Asimismo, la norma prevé la prohibición de amnistiar o indultar a
personas responsables por la comisión de estos delitos. 6.
Desde el punto de vista operativo, la Ley prevé la creación de un
registro de personas capturadas y detenidas, un mecanismo de búsqueda
urgente destinado a asegurar el cumplimiento de la obligación de realizar
esfuerzos para dar con el paradero de la persona desaparecida y un registro
nacional de personas desaparecidas, así como la creación de grupos
especiales de trabajo. Asimismo, la Ley 589 tipifica el desplazamiento forzado
interno como delito contra las personas. 7.
La Comisión ha recomendado en forma reiterada[4] la tipificación en la legislación colombiana del
delito de desaparición forzada de personas y por lo tanto saluda la adopción
de esta Ley como un importante avance normativo.
La Comisión recomienda una vez más[5]
que esta norma sea reforzada mediante la ratificación de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, cuyo trámite de
aprobación ya habría sido radicado ante el Congreso de la República
mediante un proyecto de ley.[6] 8.
La Comisión espera que la vigencia de la Ley 589 se vea acompañada
de su aplicación efectiva en casos de desaparición forzada, en particular
con relación al sistema de búsqueda temprana, en vista del alarmante
aumento de las cifras sobre víctimas de este grave crimen internacional
durante el año 2000 (ver infra). El Estado ha
informado que el señor Vicepresidente instaló formalmente la Comisión de
Búsqueda el 25 de octubre de 2000, la cual se encontraría abordando el
estudio de un proyecto de reglamento interno.[7]
Sin embargo, la Comisión nota con preocupación que la implementación
del sistema de búsqueda temprana previsto en la Ley 589 en casos específicos
que han llegado a su conocimiento, ha generado, en principio, cierta confusión.
La Comisión se refiere específicamente a la búsqueda temprana de
Angel Quinteros y Patricia Monsalve, miembros de la Seccional Medellín de
ASFADDES, protegida por medidas provisionales dictadas por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, cuya desaparición y su correspondiente
esclarecimiento judicial serán tratados infra. 9.
La Comisión seguirá con atención los desarrollos relativos a la
implementación de esta legislación y su efectividad como herramienta para
dar con el paradero de víctimas del delito de desaparición forzada e
investigar, juzgar y sancionar a los responsables. 10.
Además de la aprobación de la Ley 589, el Estado adoptó las
medidas necesarias para dar cumplimiento a la sentencia de la Corte
Constitucional de Colombia que declaró inexequible el requerimiento de la
aprobación de una ley estatutaria para la reestructuración de la justicia
militar, lo que permitió la entrada en vigencia del nuevo Código de
Justicia Militar, el 12 de agosto del año 2000.[8]
La Comisión espera que la entrada en vigencia del nuevo Código
Penal Militar contribuya a que los procesos relacionados con violaciones a
los derechos humanos pendientes ante la justicia militar sean referidos a la
justicia penal ordinaria. Esta cuestión será analizada en mayor detalle a lo largo
del presente informe. 11.
Recientemente la Corte Constitucional se pronunció sobre los
derechos de las personas desplazadas y las obligaciones del Estado frente al
fenómeno del desplazamiento en una sentencia de tutela.[9]
La decisión reconoce a las personas desplazadas como víctimas de
violaciones a los derechos humanos y de infracciones al derecho humanitario
y al fenómeno del desplazamiento como una catástrofe social que desborda
la capacidad de respuesta del Estado pero que no lo exime de su
responsabilidad primaria de atender el problema.
Asimismo, reconoce la normatividad de los Principios Rectores del
Desplazamiento Forzado y la necesidad de cumplir con las recomendaciones del
Representante del Secretario General de Naciones Unidas para los
Desplazamientos Internos. La
Comisión saluda este avance doctrinario y espera que se traduzca en
acciones concretas para afrontar la grave crisis humanitaria causada por el
desplazamiento forzado, que será tratada en detalle en las secciones que
siguen. 12.
Por último la Comisión desea reconocer las iniciativas
gubernamentales destinadas a crear mecanismos de protección en favor de
defensores de derechos humanos y periodistas, a nivel del Ministerio del
Interior. Entre dichas iniciativas, la Comisión considera como positiva la
creación del Programa de Protección y Atención a Periodistas y
Comunicadores Sociales por medio del Decreto Ejecutivo 1592 del 18 de agosto
de 2000, como parte del esfuerzo de brindar protección a estas personas en
razón de las amenazas padecidas por motivo de su labor investigativa. El
Estado también ha creado un mecanismo de protección en favor de los
miembros de la Unión Patriótica y el Partido Comunista, en el marco de los
acuerdos alcanzados en el proceso de solución amistosa del caso N° 11.227,
pendiente ante la Comisión. Asimismo,
el Estado ha
presentado información sobre la creación de una “Comisión
Intersectorial Permanente para los Derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario” mediante el Decreto 321 del 25 de febrero de
2000, con el propósito de orientar y coordinar las acciones desde el Alto
Gobierno.[10]
La
Comisión espera que la implementación de estas iniciativas se perfeccione
y resulte en herramientas útiles en el cumplimiento de la obligación de
proteger la vida de personas que se encuentran en estado de riesgo.
La Comisión se referirá a aspectos concretos del funcionamiento
actual de estos mecanismos en secciones posteriores. II.
PANORAMA DE LA SITUACIÓN DE DERECHOS HUMANOS
13.
Durante el año 2000 la Comisión ha recibido en forma periódica
acciones urgentes, denuncias e información de todo tipo sobre la continua
violación del derecho a la vida en territorio colombiano.
El conflicto armado interno continúa deviniendo en graves
violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario.
La situación se tornó especialmente grave hacia principios del año
2001 con la ocurrencia de 26 masacres en 11 departamentos en el lapso de 18
días, con un saldo de más de 170 decesos.
Esta situación llevó a la Oficina en Colombia del Alto Comisionado
de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos a pronunciarse públicamente.
En su comunicado de prensa el Representante de la Alta Comisionada
para los Derechos Humanos de la ONU reiteró su llamado de atención al
Estado sobre las amenazas proferidas por los actores del conflicto armado en
contra de la población civil de las regiones de los Montes de María, el
oriente antioqueño, Urabá, el departamento del Chocó, el Magdalena Medio,
el Valle del Cauca, y los departamentos de Cauca y Putumayo.[11] 14.
Las cifras sobre las víctimas fatales de la violencia política
durante el año 2000 son aun más alarmantes que las que se verificaron el año
anterior. Los estudios estadísticos
indican que de un promedio diario de diez personas muertas en 1988, entre
octubre de 1998 y septiembre del 1999 se pasó a 12 víctimas diarias.
En el semestre octubre 1999 -marzo 2000 el promedio diario aumentó a
14 y en el semestre abril-septiembre de 2000 pasó a más de 19 víctimas
diarias.[12]
Dentro de esta cifra, de seis víctimas diarias de ejecución
extrajudicial y homicidio político se pasó a más de 11.
El promedio de desapariciones forzadas ha pasado de casi una víctima
diaria a más de dos.[13]
El 79,5% de las violaciones han sido atribuidas al Estado y a los
grupos paramilitares y el 20.5% a los grupos armados disidentes.[14] 15.
Al igual que en años anteriores, un elevado porcentaje de las
violaciones del derecho a la vida se ha consumado a través de masacres
perpetradas en el curso de sangrientas incursiones paramilitares destinadas
a aterrorizar a la población civil y causar su desplazamiento forzado,
donde la ejecución de las víctimas es frecuentemente precedida de torturas,
tratos atroces y mutilaciones. Como
ejemplo pueden citarse las masacres perpetradas en Ochalí (Antioquia),
Ovejas (Sucre), El Salado (Bolívar), Pueblo Bello (Cesar), Tibú (Santander),
y Ciénaga de Santa Marta (Magdalena), entre otras.[15] 16.
Asimismo se ha recibido información sobre ejecuciones
extrajudiciales aparentemente motivadas por razones de limpieza social,
presuntamente perpetradas por miembros de la Fuerza Pública en los
departamentos de Caldas, Nariño, Risalda y Bogotá.
Las estadísticas presentadas a la Comisión indican que los
homicidios contra personas socialmente marginadas habrían aumentado de uno
cada tres días, a más de uno cada dos días.[16]
El Estado ha señalado que “la Fuerza Pública no tiene como política
incurrir en actos ilegales como la limpieza social”, sin embrago, admitió
que la Procuraduría ha abierto algunas investigaciones sobre este tipo de
hechos.[17] 17.
Durante el año 2000 también se multiplicaron los homicidios
selectivos precedidos de amenazas contra defensores de derechos humanos,
funcionarios judiciales, periodistas, sindicalistas, académicos,
funcionarios municipales, líderes indígenas y campesinos, candidatos a
cargos de elección popular –incluyendo a miembros de la Unión Patriótica[18]—y
ex combatientes desmovilizados. 18.
La Comisión observa con preocupación que las cifras relativas a la
comisión de desapariciones forzadas han aumentado de manera alarmante.
En 1999 se verificaron 238 casos mientras que en el año 2000 la
cifra ascendió a 664 casos. En
lo que va del año 2001, se han reportado siete casos sumados a un número
de desaparecidos no determinado como resultado de incursiones paramilitares
en diferentes corregimientos del Departamento del Cauca.[19] 19.
Los graves abusos cometidos por los actores en el conflicto armado,
en particular los grupos paramilitares, han tenido un impacto creciente en
vastas áreas del territorio nacional, con distintos grados de intensidad.
Entre los departamentos que registran índices más altos de
violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario se
cuentan Antioquia, Bolívar, Casanare, Cauca, Cesar, Chocó, Magdalena,
Norte de Santander, Putumayo, Sucre y Valle. 20.
Conforme a las estadísticas del CINEP, el Departamento de Antioquia
continuó registrando el índice más alto de violencia en el año 2000 con
más de 200 víctimas de violaciones a los derechos humanos y más de 300 al
derecho internacional humanitario sólo en el trimestre abril-junio.[20] 21.
La información recibida por la Comisión indica que la situación de
los campesinos en el municipio de Ituango y zonas aledañas continúa en
deterioro, a pesar de las denuncias de dirigentes cívicos, organismos no
gubernamentales de derechos humanos y la Iglesia.
El municipio sigue siendo blanco de múltiples e indiscriminadas
acciones paramilitares que afectan principalmente a la población civil en
su mayoría campesinos, y que ha ocasionado el desplazamiento de cientos de
personas. 22.
El 3 de septiembre de 2000 habrían ingresado al Cañón de Riosucio
en Ituango un grueso número de paramilitares en helicópteros. Al día
siguiente incursionaron en cinco veredas de la zona donde habrían asesinado
a cuatro campesinos, prendido fuego a cerca de cien viviendas, destruido e
incendiado cuatro escuelas rurales, un Centro de Salud y una Capilla,
ocasionando el desplazamiento de aproximadamente 700 campesinos.
Los paramilitares sindicaron a los campesinos de ser colaboradores de
la guerrilla.[21]
El 1° de noviembre de 2000 un grueso número de paramilitares
entraron al caserío El Cedral y a las veredas vecinas, buscando con lista
en mano a ocho personas que sindicaron de ser colaboradores de la guerrilla
a quienes habrían condenado en juicios sumarios y ejecutado.
Asimismo, habrían quemado 25 casas y obligado a los campesinos a
desalojar sus tierras, como resultado de lo cual aproximadamente 400
campesinos debieron desplazarse hacia la cabecera municipal de Ituango.[22]
Entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre, un nuevo ataque
paramilitar contra la población en Santa Lucía dejó como saldo la muerte
de tres campesinos, la quema de un número no determinado de viviendas y el
desplazamiento de aproximadamente 150 personas.[23] 23.
En los últimos meses, la situación de los derechos humanos en el
Oriente antioqueño, municipios de Granada, El Carmen de Viboral, El Peñol,
Guatapé, San Rafael, entre otros, se ha agudizado intensamente debido a los
combates que se desarrollan entre grupos armados disidentes y paramilitares.
Según la Defensoría del Pueblo, la mayoría de los asesinatos
colectivos ocurridos en los últimos meses en Antioquia se concentran en el
Oriente. Las poblaciones de San
Carlos, San Rafael y el Carmen de Viboral fueron las más afectadas por las
continuas presiones de los grupos armados, lo que llevó a decenas de
personas a desplazarse. En
tanto que en enero de 2000 fueron perpetradas ocho masacres con 43 víctimas
en el departamento, en enero de 2001 de llevaron a cabo 14 masacres con 71 víctimas,
20 de las cuales habitaban en el Oriente antioqueño.[24] 24.
La información recibida por la Comisión indica que el 3 de
noviembre de 2000 los paramilitares iniciaron una ruta de muerte que comenzó
en Granada con el asesinato de 19 personas.
El Bloque Metro de las Autodefensas Unidas de Colombia reconoció el
asesinato de los campesinos. En un comunicado que entregaron a la prensa, se dirigieron a
los habitantes de la zona con el objeto de expresar que no hacía falta que
se desplazaran debido a que contaban con “información clara y precisa de
quién es y dónde se encuentra su enemigo”.[25]
El Comité Interinstitucional, conformado por ciudadanos granadinos, aclaró
que seis de las personas asesinadas eran mayores de 60 años que se
dedicaban a sus labores cotidianas, dos eran niños, dos madres de familia y
el resto eran agricultores y personas con oficios conocidos. 25.
La Comisión se encuentra especialmente preocupada por la situación
en la zona de Barrancabermeja, Departamento de Santander.
En forma periódica se reciben denuncias sobre continuas incursiones
e instalación de nuevos asentamientos paramilitares en los barrios del área
urbana. Las denuncias indican
que, pese a las advertencias formuladas a las autoridades civiles y
militares, grupos paramilitares pertenecientes a las AUC se han asentado en
los barrios Miraflores y Simón Bolívar del sector nororiental de la ciudad
y se ha extendido a otros 32 barrios en los sectores sur, suroriente, norte
y nororiente.[26] 26.
Las
denuncias indican que una vez instalados, los paramilitares realizan
patrullajes las 24 horas del día en los barrios, mantienen retenes
permanentes y obligan a los pobladores a participar en reuniones convocadas
por ellos periódicamente para dar a conocer las reglas a las que deben
someterse para evitar ser emplazados a abandonar sus bienes y la ciudad.
Conforme a este mecanismo, los paramilitares llevan adelante
asesinatos, operaciones de desalojo y, en el mejor de los casos, ocupaciones
de vivienda. A pesar de los
gestos públicos de la Vicepresidencia de la Nación que prometen la
implementación de medidas para garantizar la vida y la plena vigencia y
respeto de los derechos humanos de los pobladores de Barrancabermeja, las
denuncias indican que esta “paramilitarización” de la ciudad por parte
de las AUC se está llevando a cabo de manera abierta, en sitios con
presencia permanente de las fuerzas de seguridad del Estado.[27] 27.
Asimismo, la Comisión se encuentra sumamente preocupada por la
situación en la región del Valle del Cauca.
La Comisión ha recibido información que indica que desde el mes de
mayo de 2000 el bloque occidental de las AUC, integrado por los frentes
Calima, Pacífico, Farallones y el Frente Paéz, ha sembrando el terror en
varios municipio del Cauca, con una saldo de varios cientos de personas
muertas y desaparecidos y alrededor de 7.000 personas desplazadas.[28] De estas
familias, 700 serían de origen afrocolombiano y 450 indígenas,
provenientes del resguardo Las Delicias en Buenos Aires, Cauca.
En la zona del alto Naya se encontrarían cinco mil personas
amenazadas que aun no han salido de la región.
Asimismo, cinco alcaldes de los municipios de Almaguer, Bolívar,
Balboa, Caloto y Rosas han sido amenazados.
Aparentemente, las comunidades del Cauca que han sido atacadas por
los paramilitares pertenecen en su mayoría al Movimiento del Suroccidente
Colombiano con quienes el Gobierno Nacional habría firmado un acuerdo en el
mes de noviembre de 1999, comprometiéndose a garantizar su seguridad.[29] 28.
Las denuncias recibidas por la Comisión indican que poblaciones de
los municipios del departamento del Cauca se sienten amenazadas,
especialmente Timba, La Esperanza, El Ceral y Palo Blanco, donde los
paramilitares controlan la movilización de vehículos y de población, el
comercio, la entrada de alimentos y las actividades sociales.
La información indica que los paramilitares han realizado señalamientos
generalizados indicando que “el que no es guerrillero es informante o
colaborador” y “que la matanza va ser grande”.[30] 29.
La Comisión ha sido informada de que la situación ha sido puesta en
conocimiento de las autoridades del Estado sin que se hayan adoptado medidas
por parte de la Fuerza Pública para detener la acción de las AUC.
Concretamente se señala que el 25 de noviembre de 2000, una Comisión
de Defensores de Derechos Humanos, integrado por organizaciones no
gubernamentales nacionales e internacionales se trasladó hacia el municipio
de Cajibío, donde se encontraban las personas desplazadas de las veredas de
Mesetas y el Dinde, del corregimiento de Campo Alegre.
El 1º de diciembre del 2000 se formuló una solicitud especial de
alerta temprana a las autoridades nacionales y locales con el fin de que se
adoptaran medidas especiales para proteger a las comunidades campesinas, indígenas
y ciudadanos en general, del norte y centro del departamento del Cauca.
La solicitud de alerta temprana señala los sitios precisos donde se
puedan presentar nuevos hechos contra las comunidades campesinas.
Las observaciones del Estado indican que, entre otras medidas, el 11
de enero de 2001 una Comisión Interinstitucional Humanitaria de Verificación
se trasladó a la región del Norte del Cauca y el Sur del Valle del Cauca
con el fin de tratar, entre otros temas, la situación de órden público y
la cuestión de los desplazados.[31]
A pesar de estas acciones, la información disponible indica que ha
continuado el deterioro de la situación en el área, lo que ha llevado a la
Comisión a dictar medidas cautelares para proteger a autoridades locales y
miembros de organizaciones sociales que operan en la zona. 30.
La Comisión no puede dejar de mencionar la situación en el
Departamento del Putumayo, donde se presentaron una serie de combates entre
fines de septiembre y principios de diciembre de 2000 entre el Ejército,
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Bloque sur de las
Autodefensas Unidas de Colombia. Las consecuencias humanitarias del paro armado instaurado por
las FARC serán tratadas en la sección dedicada al desplazamiento interno. B.
Violaciones al derecho internacional humanitario por los grupos 31.
Durante el año 2000 también se ha producido un incremento en las
violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario
por parte de los grupos armados disidentes que han perpetrado masacres,
ejecuciones extrajudiciales, ataques y amenazas contra la población civil.
Según cifras del Ministerios de Defensa, entre enero y octubre de
2000 los grupos armados disidentes eran responsables por 164 del total de
671 víctimas de masacres. 32.
El Informe del Ministerio de Defensa indica que se produjeron 1.863
asesinatos atribuibles a grupos armados disidentes y más de tres mil
secuestros de civiles.[32]
En el primer semestre del año 2000 se habrían producido 238
homicidios de carácter político atribuibles a grupos armados disidentes.[33]
El 29 de diciembre, un grupo de hombres armados dio muerte al
congresista Diego Turbay, presidente de la Comisión de Paz de la Cámara de
Representantes, a su madre Inés Cote de Turbay y a sus cinco escoltas en la
región del Caquetá, ubicada en los límites con la zona de distensión.
El asesinato ha sido atribuido a las FARC, sin que hasta el momento
haya sido desmentido. 33.
En sus ataques los grupos armados disidentes han violado principios básicos
de distinción y proporcionalidad del derecho internacional humanitario,
causando numerosas víctimas entre la población civil.
En particular, el uso indiscriminado de cilindros de gas y el uso de
carros bomba han causado la muerte de varios civiles. 34.
Asimismo, los grupos armados disidentes han continuado con su práctica
sistemática de toma de rehenes con el fin de intercambiarlos por una suma
de dinero y financiar sus actividades.
Conforme a los datos del CINEP el ELN habría sido responsable por el
secuestro de aproximadamente 300 personas y las FARC de 180, entre abril y
septiembre del año 2000.[34]
Entre las víctimas se contaron alcaldes, funcionarios judiciales,
trabajadores humanitarios, periodistas y ciudadanos extranjeros.
Según los datos de la Fundación País Libre, 165 rehenes murieron
en cautiverio debido a la extensión y a las condiciones extremas del
cautiverio. 35.
La Comisión deplora el hecho que durante el año 2000 las FARC hayan
continuado con la práctica, contraria al derecho internacional y al derecho
interno colombiano, de incorporar menores de 15 años a sus filas.
36.
La Comisión se encuentra seriamente preocupada por la creciente
influencia ejercida por los grupos paramilitares y por las omisiones y actos
de agentes del Estado que en ocasiones permiten y colaboran con la comisión
de gravísimas violaciones a los derechos humanos.
Las cifras proporcionadas por el Ministerio de Defensa indican que
actualmente los grupos paramilitares cuentan con más de 8.000 miembros, lo
que representa un aumento del 81% en los últimos dos años.
Su acelerado crecimiento se refleja en su ámbito de expansión geográfica
que cubre más de 400 municipios en el 40% del país.
Los frentes “Pacífico”, “Farallones” y “Páez” de las
AUC han extendido su influencia a los municipios de Buenaventura, Jamundí y
Buenos Aires en la región del Cauca, con relación a los cuales la Comisión
ha debido dictar medidas cautelares. También
es notoria la extensión de la presencia de las AUC en el Río Atrato y en
las localidades de Turbo, Apartadó y Quibdó, con relación a las cuales la
Comisión ha debido asimismo dictar medidas cautelares.
En el caso de Apartadó, la Comisión ha debido recurrir a la Corte
Interamericana para solicitar medidas provisionales con el objeto de
proteger a la población civil. Las
AUC también ejercen su influencia el municipio de Tibú, en la región del
Catatumbo, Norte de Santander. 37.
Las AUC continúan ejecutando operaciones “rastrillo” y de
“limpieza” contra poblaciones civiles a las que acusan de dar ayuda o
simpatizar con los grupos armados disidentes.
Asimismo, según indica el Ministerio de Defensa, atacan a personas a
quienes pretenden desalojar de tierras que quieren ser adquiridas por sus
financiadores.[35]
En las zonas bajo su control, los paramilitares instalan retenes
ilegales con el fin de verificar la identidad de quienes transitan por el
lugar y restringir el comercio de víveres y combustible.
Muchas veces la instalación de estos retenes presagia la comisión
de desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y desplazamientos.
En algunos casos, estos retenes funcionan en áreas con presencia del
Ejército, tal y como es el caso del retén semi permanente cercano a la
Comunidad de Paz de San José de Apartadó, asentada en el Urabá Antioqueño,
protegida por medidas provisionales dictadas por la Corte Interamericana. 38.
El Estado ha expresado que el paramilitarismo representa “una grave
amenaza para la institucionalidad y (es) responsable de una gran parte del
incremento de las violaciones a los derechos humanos” y lo reconoce como
“uno de los factores que más contribuye a la degradación de la
confrontación armada” pues “tiene como principal forma de acción la
utilización del terror contra la población por medio del asesinato
selectivo o de la masacre indiscriminada”, con el propósito de
“provocar el desplazamiento masivo”.[36]
El Estado alega, sin embargo, que las Autodefensas se han convertido
en un proyecto autónomo y que su comportamiento “no es el resultado de
una estrategia orquestada desde los más altos niveles del Estado”.[37] Señala
que cualquier actitud cómplice que agentes del Estado puedan haber tenido
con las AUC es producto de la corrupción o la convicción personal y que
estos casos están siendo investigada por la justicia.[38] 39.
La Comisión ha tomado debida nota de estas expresiones.
Sin embargo, continúa recibiendo denuncias sobre la actitud omisiva
de la Fuerza Pública e incluso su participación directa en los actos de
violencia perpetrados por los paramilitares, muchos de los cuales son de público
conocimiento. Las observaciones
del Estado confirman que la existencia de retenes, bases paramilitares y las
acciones perpetradas por las AUC en zonas del Putumayo (La Hormiga, La
Dorada, San Miguel, Puerto Asís, Santa Ana), Antioquia (El Jordán, San
Carlos), y Valle (La Iberia, Tuluá) son principalmente objeto de
investigación por la justicia disciplinaria.[39]
En este sentido, cabe señalar que en el contexto de las medidas
provisionales dictadas en favor de la Comunidad de Paz de San José de
Apartadó se presentaron testimonios sobre la presunta responsabilidad de la
Fuerza Pública en las masacres perpetradas el 19 de febrero y el 8 de julio
de 2000 contra los miembros de esta Comunidad asentada en la región de Urabá. 40.
El Estado ha señalado que en los primeros once meses del año 2000
se han dictado 517 medidas de aseguramiento y 311 resoluciones de acusación
contra miembros de los grupos de autodefensa y que se encontraban vigentes
309 ordenes de captura.[40]
Con relación a la ejecución de las órdenes de captura, ha
informado que 243 acusados se encuentran detenidos.
Cabe recordar, sin embargo, según ha reconocido el Estado mismo, que
el número de afiliados a las AUC ha trepado a los 8.000 y sigue en aumento. 41.
Al respecto, la Comisión no puede dejar de notar que, a pesar de que
las violaciones a los derechos humanos cometidas por paramilitares son
frecuentemente investigadas por la justicia ordinaria, en muchos casos las
órdenes de captura expedidas no son ejecutadas, especialmente cuando
involucran a los altos mandos de las AUC como autores intelectuales, lo cual
crea un clima de impunidad e inseguridad.[41].
De hecho, el año 2000 se ha caracterizado por la accesibilidad del
jefe máximo de las AUC, Carlos Castaño, a los medios de comunicación
nacionales e internacionales y sus contactos a nivel ministerial, sin que se
hayan ejecutado las numerosas órdenes de captura que pesan contra su
persona por graves violaciones a los derechos humanos. 42.
La Comisión se ha pronunciado en forma reiterada sobre la
responsabilidad del Estado por obra de los vínculos entre miembros de las
fuerzas de seguridad y grupos paramilitares en Colombia y los grados de
cooperación en la comisión de actos que constituyen violaciones a los
derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Lamentablemente la situación no ha mejorado durante el año 2000.
La libertad con la que los grupos paramilitares siguen operando en
gran parte del territorio a pesar de la presencia del Ejército, y los
elevados y crecientes niveles de violencia que continúan causando el
desplazamiento forzado de la población civil, sugieren que persiste la
colaboración y aquiescencia de los agentes del Estado para con estos grupos.
[
Indice | Anterior | Próximo ] [1]
Nota EE 0742 Dirección General de
Asuntos Especiales, Ministerio de Relaciones Exteriores de la República
de Colombia, 9 de abril de 2001 y anexo titulado “Observaciones
del Gobierno Colombiano al Proyecto de Informe General sobre la Situación
de Derechos Humanos en la República de Colombia” (en adelante
“Observaciones del Estado”). [2]
Observaciones del Estado, pág.
1. [3]
El artículo II de la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas establece que “Para los efectos de la presente
Convención, se considera desaparición forzada la privación de la
libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida
por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen
con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de
la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación
de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual
se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías
procesales pertinentes”. [4]
CIDH “Informe de Seguimiento del Tercer Informe sobre la Situación de
los Derechos Humanos en Colombia”.
Informe Anual de la CIDH
1999 Vol. II. Tercer Informe
sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia (1999), Capítulo
IV. [5]
CIDH Tercer Informe sobre la
Situación de los Derechos Humanos en Colombia, Capítulo II,
Recomendación 8, pág. 59. [6]
Proyecto de Ley 159/01, citado en las Observaciones del Estado, pág. 4. [7]
Observaciones del Estado, págs. 3 y 4. Dicha
Comisión está integrada por los dirigentes de las instituciones del
gobierno y del Estado con responsabilidades en la materia, un
representante de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos
ASFADDES, y un representante de la Comisión Colombiana de Juristas,
escogido por las propias organizaciones no gubernamentales.
La Comisión está presidida por el
Defensor del Pueblo. [8]
Ministerio de Defensa de la República de Colombia, Informe Anual Derechos Humanos y DIH 200, enero de 2001. [9]
Corte Constitucional, Sentencia SU-1150, 30 de agosto del 2000. [10]
Esta Comisión, presidida por el Vicepresidente de la República con la
participación de los ministros del Interior, Relaciones Exteriores,
Justicia y del Derecho, Defensa Nacional, y Trabajo y Seguridad Social,
y el Alto Comisionado para la Paz, desarrolla funciones mediante diez
subgrupos temáticos: Combate a los grupos de autodefensa y a otros
grupos armados al margen de la ley, coordinado por el Ministerio de
Defensa; Lucha contra la impunidad, coordinado por el Ministerio de
Justicia; Atención al desplazamiento, coordinado por la Red de
Solidaridad Social; Protección a Defensores de Derechos Humanos, líderes
sindicales y personas amenazadas, coordinado
por el Ministerio del Interior; Grupos Poblacionales en Situación de
Riesgo, coordinado por la Red de Solidaridad Social; Política
Penitenciaria, coordinado por el Ministerio de Justicia y el Derecho;
Medidas legislativas e impulso al DIH, coordinado por el Programa
Presidencial de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional
Humanitario; Educación, promoción y prevención, coordinado por el
Ministerio del Interior, y Grupo de Trabajo sobre Asuntos
Internacionales, coordinado por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Observaciones del Estado, pág.6. [11]
Comunicado de Prensa de fecha 18 de enero de 2001 de la Oficina en
Colombia del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos
Humanos. [12]
Informe presentado por la Comisión Colombiana de Juristas en la
audiencia sobre situación general de los derechos humanos en Colombia
celebrada durante el 110° período de sesiones de la CIDH en febrero de
2001. Las cifras del
informe no fueron disputadas por el Estado. [13]
Ibid. [14]
Ver Comisión Colombiana de Juristas, Panorama
de Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario en
Colombia, pág. 1. [15]
Para una relación oficial de algunos de estos hechos ver Ministerio de
Defensa de la República de Colombia Informe
Anual Derechos Humanos y DIH 2000, enero de 2001, pág. 104. [16]
Informe presentado por la Comisión Colombiana de Juristas en la
Audiencia sobre situación general de los derechos humanos en Colombia
celebrada durante el 110° período de sesiones de la CIDH en febrero de
2001. [17]
Observaciones del Estado, pág. 12. [18]
El Estado
señaló en sus observaciones que “ninguno de los miembros o ex-miembros
de la UP cobijados por el Programa de Protección Especial que se creó
en el marco de la solución amistosa del caso 11.227 han visto
vulnerados su vida o integridad personal.
Observaciones del Estado pág. 12. [19]
CINEP & Justicia y Paz, Banco de Datos de Derechos Humanos y
Violencia Política, Revista Noche y Niebla, No. 16, abril, mayo y junio
del 2000. [20]
CINEP & Justicia y Paz, Banco de Datos de Derechos Humanos y
Violencia Política, Revista Noche y Niebla, No. 16, abril, mayo y junio
del 2000, págs. 28-40. [21]
CINEP y Justicia & Paz. Noche
y Niebla No. 17 (Julio, agosto y septiembre de 2000). Periódico El
Colombiano, 2 de diciembre de 2000, pág. 7A. [22]
Periódico El Colombiano, Medellín, 3 de noviembre de 2000, pág. 8A. [23]
Idem, 2 de diciembre de 2000,
pág. 7A. [24]
Declaraciones de la Defensora del Pueblo en Antioquia.
Periódico El Colombiano, Medellín, febrero 20 de 2001. [25]
Periódico El Colombiano, Medellín, noviembre 12, página 9A. [26]
Información presentada en la audiencia sobre situación general de los
derechos humanos en Colombia celebrada el 27 de febrero de 2000 en el
marco del 110° período de sesiones de la CIDH. [27]
Ibid. [28]
Dossier de la Campaña Internacional SOS por las organizaciones sociales
y las comunidades de los departamentos del Cauca y Nariño, preparado
por CODHES, MINGA, CINEP, la Corporación Colectivo de Abogados “José
Alvear Restrepo” y FCSPP, enero de 2001. [29]
Ibid. [30]
Ibid. [31] Observaciones del Estado, pág. 15. [32]
Ministerio de Defensa de la República
de Colombia Informe Anual. Derechos
Humanos y DIH 2000, enero de 2001. [33]
Comisión Colombiana de Juristas, Panorama de Violaciones a los Derechos
Humanos y al Derecho Humanitario en Colombia, págs. 5. [34]
Ver CINEP & Justicia y Paz, Banco de Datos de Derechos Humanos y
Violencia Política, Revista Noche y Niebla, Nos. 16 y 17, abril –
septiembre de 2000. [35]
Ministerio de Defensa Los grupos
ilegales de Autodefensa en Colombia, diciembre de 2000, págs. 18 y
19. [36]
“Los grupos ilegales de Autodefensa en Colombia”, Ministerio de
Defensa, diciembre 2000. [37]
“Panorama de los Grupos de Autodefensa” Publicación del
Observatorio de los Derechos Humanos y Derechos Internacional
Humanitario, Vicepresidencia de la Nación, diciembre de 2000, pág. 12. [38]
Ibid. El Estado se expresó en forma similar en sus observaciones
al presente informe, pág. 19. [39] Observaciones del Estado, pág. 20. [40]
“Panorama de los Grupos de Autodefensa” Publicación del
Observatorio de los Derechos Humanos y Derechos Internacional
Humanitario, Vicepresidencia de la Nación, diciembre de 2000, págs 10
y 11. Las cifras
presentadas por el estado también indican que sumadas
las bajas y capturas realizadas entre 1995 y 2000, las acciones de la
Fuerza Pública contra las autodefensas significaron la pérdida del
14.6% de sus 8150 miembros actuales. En este año hasta febrero las
Fuerzas Militares han dado de baja 8 miembros de los grupos de
autodefensa y han sido capturados 70.
Observaciones del Estado, pág. 17. [41]
Ver CIDH Informes de Admisibilidad
57/00 (La Granja, Ituango) y 33/01 (Mapiripán, Meta) Informe Anual de
la CIDH 2000. |