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CAPITULO EL
CONTEXTO Y DERECHOS SOCIO-ECONOMICOS, I.
INTRODUCCION Guatemala es
uno de los cuatro países de la región considerados por las Naciones Unidas[1]
de más "bajo desarrollo humano", es decir con los indicadores más
negativos de distribución del ingreso y de servicios entre la población.[2]
Ello ocurre pese a tener un producto bruto per cápita más típico de
los países de desarrollo humano "medio".[3] Dichas
condiciones negativas se acentúan en zonas rurales, donde la posibilidad de
educación, acceso a servicios de salud, etc., se reduce a aproximadamente la
mitad de lo accesible a la población urbana.
En 1989 cifras oficiales indicaban que el 77% de las familias estaban
debajo de la línea de pobreza, y la pobreza extrema afectaba al 94.4% de la
población desocupada y al 66.8% de los que declaraban tener ocupación. Con respecto a
servicios de salud:
-
los programas de salud cubren al l4% de la población[4]
-
la mortalidad infantil es de 57 por mil.[5]
-
la desnutrición global en 1987 era del 33.5% y la desnutrición crónica
del 57.8% de la población.[6] Con respecto a
servicios de educación:[7] -
junto con Haití y Paraguay, Guatemala muestra el menor índice de
gasto en educación de la región en relación al Producto Bruto Doméstico,
siendo de 1.8% en 1985.[8] -
mantiene también la peor tasa de matrícula en educación primaria y
secundaria de los países de la región, con excepción de la de Haití. De cada cien niños de 6 a 11 años (tasa neta), sólo 58%
concurrían a la escuela en 1980, y las cifras parecen indicar un crecimiento
mínimo en 1990. Las tasas neta y
bruta (inscritos de todas las edades) de educación primaria no han cambiado
prácticamente en la última década. Sin
embargo a partir del período 1986-1988 el gasto per capita en educación en términos
reales ha ido creciendo significativamente. En la Administración del
Presidente Serrano -según datos del Gobierno - el presupuesto educativo se ha
duplicado.
-
el analfabetismo de la población de 15 años o más de edad es el
mayor de todos los países de la región, con excepción de Haití.
En 1990, 45 de cada cien adultos no sabían leer ni escribir. Existe un
sistema de latifundio-minifundio que se ha ido extendiendo en la última década
y señalando la mayor desigualdad en la distribución de la tierra.
El 2.1% de los propietarios poseen el 72% de los tierras cultivables y
reciben el 90% del crédito agrícola. Existen
en cambio 548.000 minifincas con una extensión promedio de 1.77 manzanas,[9]
aproximadamente 3 acres. Estas últimas
reciben el 4% del total de crédito agrícola. Un importante
movimiento maya-quiche (la C.U.C., Coordinación de Unidad Campesina) ha
sostenido que no se propician iniciativas de ley para la protección legal
contra el despojo del campesino, ni para la promoción del acceso amplio a la
tierra. Sostienen que no existe
normativa que contemple derechos de posesión de la tierra de campesinos que
llevan en ella generaciones ancestrales de trabajo y que la Ley de Titulación
Supletoria, por su complejidad, discrimina contra el pequeño productor.
Que no existe instrumento que garantice el acceso a la tierra de los
campesinos, ni legislación que propicie que el jornalero o colono de las
grandes fincas pueda tener acceso al cultivo de granos básicos de la tierra
"sobrante". Sin embargo
--sostiene dicho grupo-- existe una ley obsoleta que grava la tierra ociosa
con pagos irrisorios, y un Decreto 11551, Ley de Transformación Agraria, que
es únicamente usado con fines electoralistas, y lleva a los campesinos pobres
a descombrar las selvas del país, tierras que una vez agotadas rápidamente
por la erosión para la agricultura, se convierten en campos de pastura para
ganado de grandes propietarios. Observa
el Gobierno al respecto que dicha Ley Decreto 1551
"ha sido el vehículo para que las grandes mayorías en forma
gradual vayan obteniendo el acceso a la tierra, habiéndose entregado en base
a esa ley 16.101 títulos de propiedad, y que el programa de esta Administración
favorecerá a 10.755 familias".[10] Dicen los
Obispos del país en una Carta Apostólica:
... Porque estamos convencidos de que ninguna situación es tan penosa
y exige una mas pronta solución. Muchos
son los problemas que aquejan a nuestros hermanos del área rural en su largo
calvario de sufrimiento pero la carencia de tierra debe considerarse como núcleo
fundamental de todo el problema social de nuestro país. En su informe
sobre el 1er. período constitucional 1987-1992[11], el Procurador de los
Derechos Humanos muestra la dinámica de estas condiciones socio-económicas y
su impacto sobre la población:
El desenvolvimiento de la actividad económica que se ha analizado y su
conclusión en una crisis económica, política y social que hace su aparición
a principios de la década de los años ochenta, pone de manifiesto que el
estilo de desarrollo que se ha implementado beneficie altamente a
terratenientes e industriales, sin que los otros sectores que componen la
sociedad guatemalteca hayan sido beneficiados significativamente.
Este estilo de desarrollo posibilitó el crecimiento económico de
algunos sectores productivos y de la economía en su conjunto, postergando las
necesarias transformaciones estructurales para que este proceso concluyera en
desarrollo nacional en beneficio de todos los guatemaltecos.
Así la dicotomía lati-minifundio se ha profundizado.
El latifundio se benefició de la diversificación y modernización del
sector agrícola y con ello concentró y
centralizó la riqueza generada en ese período; por su parte el
minifundio se incrementó cuantitativamente, pero su extensión se redujo.
En 1950 existían 300 mil fincas campesinas con un tamaño promedio de
2.5 manzanas, para 1980 se calcularon en 548 mil fincas campesinas con 1.77
manzanas de extensión (promedio). Como resultado de ello el 86% de las
familias más pobres del país residían para 1982 en el área rural.
...En este sector (rural) está concentrado más del 60% de la población
del país. En 1990, el 83% no
obtenía ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.
De las viviendas que existen, más de la mitad no poseen servicios de
agua potable y el 63% carecen de letrina.
Esta es la razón por la cual se teme que el cólera morbus haga
graves estragos en la población pobre del país, y se vuelva endémica en
nuestro medio.[12]
Este marco indica que el 80% de la población vive en condiciones de
pobreza o sea 8 de los 10 millones de guatemaltecos no cubren sus necesidades
básicas y que 5.1 millones son indigentes y están lejos de una vida digna.
II. EL
PLAN DE ACCION DE DESARROLLO SOCIAL PREPARADO POR LA PRESENTE ADMINISTRACION La presente
administración que preside el Presidente Jorge Serrano Elías preparó y
publicó a principios de 1992 un plan de acción para enfrentar la crisis que
vive el país en lo socioeconómico, con especial énfasis en el desarrollo
humano, infancia y juventud.[13]
a) Reconoce
el Gobierno como principales problemas a enfrentar con cifras oficiales: -
el aumento de la pobreza: del
63% de las familias en 1980 al 77% en 1989. -
el incremento del desempleo abierto y el subempleo: El empleo formal se redujo de 755 mil posiciones de trabajo
en 1980 a 591 mil en 1989; la tasa de desempleo total pasó del 31.2% en 1980
al 41% en 1990, con una caída del salario real.
El 42% de la Población Económicamente Activa no tiene ningún grado
de instrucción escolar. -
precariedad en la salud: En
1989 la mortalidad de los menores de cinco años llegó a 102 por mil nacidos
vivos, y obedeció a las mismas causas de mortalidad infantil: enfermedades
diarreicas, infecciones respiratorias agudas y desnutrición. -
deterioro en la nutrición:
La desnutrición de los chicos de 6 a 9 años que van a la escuela es
del 37%. -
insuficiencia en la educación:
De cada 100 niños que empezaron la primaria en 1978, 63 habían
desertado en 1984, cifra que se elevaba a 85 % en áreas rurales. -
marginación de la mujer: Por
su bajo acceso a la educación (en áreas rurales de cada 100 niñas, sólo 49
se inscribieron en la escuela primaria y la mayoría desertaron antes de
completarla debido a que ellas tienden a buscar pareja tempranamente y a tener
un número elevado de hijos (seis en promedio), factor que incide en una alta
mortalidad materna e infantil. -
menores en circunstancias especialmente difíciles:
En la actualidad 1.600.000 niños trabajan para generar ingreso con
responsabilidad de mantenerse y de contribuir a su núcleo familiar.
Son objeto de violación a sus derechos laborales.
El conflicto armado ha dado lugar a la existencia de 150.000 huérfanos
y 50.000 viudas, los que sufren todo tipo de problemas.
La asignación presupuestaria para programas de asistencia y promoción
social fue en 1990 de menos de 2 millones de dólares o sea el 0.4% del gasto
público total, lo que representa menos de un quetzal por niño por año. -
depredación de recursos naturales:
Guatemala ha ido perdiendo 153.000 hectáreas de bosques por año.
b) Frente
a la magnitud de estos problemas el programa de la Administración Serrano
para el período 1991-1996 puede sintetizarse así: La
estrategia social del plan de Gobierno: principios
básicos y objetivos. En los últimos
años, grandes sectores de la población guatemalteca han visto empeorar sus
oportunidades de acceso a sus bienes y servicios básicos que les permitirían
una vida digna y mayores posibilidades de movilidad social.
En este contexto, la política social del Gobierno enfrenta el desafío
de contribuir a la integración de la sociedad guatemalteca, para que los
ciudadanos compartan en forma más equitativa los beneficios del desarrollo. La estrategia
económica busca, como uno de sus objetivos fundamentales, favorecer la
generación de empleo productivo por medio del mantenimiento de las
condiciones básicas de la estabilidad, con mercados liberalizados, incentivos
adecuados y arreglos institucionales de apoyo.
A la estrategia social le corresponde garantizar el mejoramiento
y la capacitación de la persona
humana (educación, nutrición de madres embarazadas y niños, y cuidado de la
salud pública, incluida la infraestructura de agua potable y alcantarillado)
que permitan a todos los guatemaltecos crecer dentro de un marco de equidad.
En este marco, la política de "Desarrollo Humano, Infancia y
Juventud" busca lograr los objetivos siguientes:
Mejorar las condiciones de salud de la población, con énfasis en la
niñez y la mujer y preferentemente hacia los grupos en riesgo.
Impulsar el mejoramiento del estado de nutrición y de alimentación de
la población guatemalteca.
Reducir al máximo los índices deficitarios de la educación y el
analfabetismo.
Fortalecer al grupo familiar como célula básica de la sociedad.
Fortalecer el acceso de la mujer a la educación y la cultura, la
protección de su salud, su incorporación al mercado de trabajo en
condiciones de justicia e igualdad, la distribución de responsabilidades
familiares y la ampliación de los servicios de apoyo a los grupos de mujeres
especialmente necesitadas.
Dar protección y asistencia necesaria a niños y niñas en condiciones
particularmente difíciles. Brindar atención inmediata a los menores y a las
viudas afectados por el conflicto armado, asegurándoles disponibilidad de
alimentos, asistencia médica, educación, asistencia legal y servicios básicos.
Mejorar sustancialmente las condiciones ambientales como vínculo que
asegure la supervivencia y el desarrollo de la niñez, especialmente en las áreas
de pobreza y pobreza extrema.
c) En
tal sentido el Gobierno de Guatemala, para impulsar tales políticas, recurrirá
inicialmente a los programas siguientes: Fondo
Nacional para la Paz (FONAPAZ) Su esfuerzo está
dirigido a atender a la población que fue afectada directamente por el
conflicto armado; entre ellos, los refugiados, desplazados, repatriados,
desmovilizados, asentados y otros sectores de población, incluyendo la
población de la zona de la paz, y familias que permanecieron en sus
comunidades y que sufren las mismas condiciones.
La población objeto de atención de FONAPAZ suma más de 2.300,000
personas. Programa
Nacional de Apoyo de la Microempresa (SIMME) Para el
quinquenio 1992-1996 el SIMME aspira atender a no menos de 150 mil
microempresas con créditos individuales promedio de Q. 3,800.00, lo que
representa Q. 575.0 millones en total. Fondo de
Emergencia y Solidaridad Social (FESS) Atiende a
comunidades locales con una población menor de 5,000 habitantes, ejecutando
proyectos de salud, nutrición, educación, desarrollo agrícola, textiles,
artesanales, caminos, abastecimiento de agua y rehabilitación de edificios públicos.
Para tales acciones se tiene estimado que el FESS necesitará en el período
1992-1996 Q. 170,000.00 de los cuales el 40% serán recursos internos y el 60%
donaciones y préstamos en proceso de negociación. Desarrollo
Integral de Comunidades Rurales La cobertura
del programa comprende los departamentos de El Quiché, Huehuetenango, San
Marcos y El Progreso, particularmente la población que reside en aldeas,
caseríos y parajes con menos de 2000 habitantes. El plan de acción
para el desarrollo social incluye acciones y metas especificas según
componente para los períodos 1992-1996 y 1997-2000.
Mencionamos algunos pocos ejemplos de las múltiples metas establecidas
para lograr en cuatro años, para 1996: en salud se propone reducir la
mortalidad infantil al 42 por mil y aumentar la asignación presupuestaria al
sector salud al 2% del PIB para 1996. En
nutrición, entre otros, se propone reducir al 24% los niños desnutridos.
En educación se debe aumentar la población adulta alfabeta al 60% y
la cobertura primaria al 80% logrando que 58% complete ese ciclo e incorporar
los conceptos de paz, democracia y solidaridad en la curricula escolar.
En fortalecimiento de la familia, crear no menos de 12.000 hogares
comunitarios de cuidado diario en todo el país.
En cuanto a menores en circunstancias difíciles, incorporar al 20% de
los menores marginales o que trabajan en la calle a programas de capacitación
técnica o capacitación laboral. Con
relación a menores afectados por el conflicto armado, cubrir al 70% en cuanto
a asistencia alimentaria, educativa, médica y legal, documentar y legalizar
los casos de desaparición y fallecimiento de los padres.
En cuanto al medio ambiente, entre muchas metas se propone para 1996
proveer agua potable al 55% de las comunidades rurales. Dichas metas
propuestas requerirán una inversión global para el período de cuatro años
de 7.077 millones de Quetzales o US 1.4 billones (aproximadamente entre el
1.5% y 2.5% del PBI real de esos cuatro años) financiados dos tercios con
fondos guatemaltecos públicos y privados,
y el resto con fondos externos. CONCLUSIONES La Comisión ha
analizado la información antedicha, teniendo en cuenta lo señalado en el capítulo
III de la Convención Americana sobre Derechos Económicos, Sociales y
Culturales[14],
y también lo señalado en sus artículos 1 y 24 sobre respeto al ejercicio de
los derechos y libertades sin discriminación, y sobre igualdad de todas las
personas ante la ley y a su protección. En ese sentido
la Comisión comprueba --confirmando
la información provista por el Gobierno y por organizaciones no-gubernamentales-- que las diferencias en el goce efectivo de los derechos
económicos, sociales y culturales en Guatemala son abismales, y discriminan
efectivamente contra grandes sectores de la población y en particular contra
los guatemaltecos Maya-Quiché. Los Estados
tienen la obligación de adoptar providencias en la medida de los recursos
disponibles para hacer efectivos dichos derechos.
Comprueba también la Comisión que los recursos previstos para los
programas sociales son una proporción del producto bruto interno que no
guarda relación con la magnitud de las desigualdades en la distribución
interna. Como lo muestran las
propias metas presuntas a obtener en los períodos 1992-96 y 1996-2000, si
llegaran a lograrse estas metas las desigualdades seguirán siendo serias y
discriminatorias. Es más, como
se ve en las cifras sobre distribución de crédito interno, no sólo es
insuficiente la inversión en programas sociales, sino discriminatorio
el acceso al crédito, lo que acentúa la desigualdad de oportunidades y las
correspondientes tensiones sociales. [ Índice | Anterior | Próximo ] [2]
United Nations Development Programme (UNDP). "Human Development
Report 1993" New York-Oxford, Oxford University Press,1993. [4] Mesa Lago, Carmelo "Aspectos económicos financieros
para la seguridad social en América Latina y el Caribe." Doc. para el
Banco Mundial publicado en CEPAL Equidad y Transformación Productiva,
Santiago de Chile, 1992. y "Análisis de la Situación del Niño y la
Mujer" elaborado por SEGEPLAN y
UNICEF, Agosto 1991. [5] Dato oficial. "Observaciones y Consideraciones del
Gobierno de Guatemala al Proyecto de Informe de la CIDH 1991-1992" M.
Relaciones Exteriores Guatemala,1993. [6] Org. Panamericana de la Salud:
Condiciones de la Salud en América Latina.
Washington
D.C. 1990. Sin
embargo, en sus observaciones a la versión preliminar del informe, el
Gobierno indica que la población cubierta por los servicios de salud es del
54%, 14% por el sector privado, y 40% por el sector público. [7] Salvo mención en contrario los datos sobre educación
provienen de Educación y Conocimiento: Eje de la Transformación Productiva
con Equidad. Cepal-Unesco,
Santiago de Chile, 1992. [11] Procurador de los Derechos Humanos: "Los Derechos Humanos: un compromiso por la justicia y
la paz" 1987-1992, Guatemala C.A. (s/f). [12] En efecto, en 1992 hubo casi 15.000 casos de cólera
duplicando el número de los habidos el año anterior. El Consejo
Centroamericano de la Vivienda señaló el 1º de febrero de 1993 que
Guatemala es el país con mayor deficit habitacional de Centroamérica, ya
que más del cincuenta por ciento de la población carece de vivienda mínima,
el 62% de ellas tienen piso de tierra y más de la mitad tienen un solo
cuarto por familia, según datos oficiales. [14] Artículo 26 de la Convención.
Los Estados partes se comprometen a adoptar providencias, tanto a
nivel interno como mediante la cooperación internacional, especialmente
económica y técnica, para lograr progresivamente la plena efectividad de
los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre
educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la Organización de
los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en la
medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios
apropiados. |